lunes, 10 de marzo de 2014

“No estés más angustiado, ya lo has perdido”


“No estés más angustiado, ya lo has perdido.”
Winnicott,”La crainte de l’effondrement” (Barthes, R.; 1982; pág.:37)

La primera sensación tras el shock es la incomprensión. Entiendes que no existe un ¿por qué? y que lo sucedido se escapa a tu comprensión por ello miras sin ver, escuchas sin oír y duermes sin descansar. Volver a la escena del crimen al día siguiente ayuda… Por eso después de que el fuego borrase las huellas de media vida, eliminando objetos, derritiendo fotografías y destruyendo toda la finca familiar, me convertí de modo improvisado en una arqueóloga. Mis instintos más puros me instaban a mirar a mi alrededor, observar, coger, tocar y catalogar en busca de algo reconocible. Me he esmerado en recomponer las huellas que han quedado después de que el fuego lo devorase casi todo. El trabajo de campo comenzó a las pocas horas de tener lugar el fuego. En una noche llena de desesperanza, confusión y miedo, la naturaleza nos dio una lección de vida: el poder de sus elementos supera él de cualquier ser humano.


Casi sin pensar, de una forma mecánica, sin que el raciocinio controlara mis movimientos recogí todas las maderas quemadas. No sé para qué pensé que me servirían, pero comencé a ordenar las cenizas y los restos que encontré intentando crear un croquis roto de lo que había antes. De repente no me acordaba de nada de lo que hubo. La mente se tintó de negro como la cara y las manos. Sabía que con el tiempo el recuerdo de lo que fue volvería como chispazos en la noche e iluminarían aquellas partes entre las sombras de la memoria. Pero era evidente que algo más profundo de lo que podía imaginar salió de mí en aquel momento. Ordené el desorden. Busqué lo perdido. Encontré solo ceniza…y así empezó un nuevo proceso creativo dentro de mí.


“Hay dos regímenes de desesperación: la desesperación lenta, la resignación
activa y la desesperación violenta: un día, después de no sé
que incidente me encierro en mi habitación y rompo en sollozos…”
(Barthes, R.; 1982; pág.:54)

Este desconcierto nos hace sentir miedo o pánico. El término pánico tiene relación con el dios Pan al cual se le atribuía la generación de miedo enloquecedor. Pan, tiene una enorme relación con la naturaleza salvaje que se representan en él como semidiós amante insaciable, dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina desenfrenada. Me parece interesante como se entrelazan los términos de pánico con naturaleza, ya que son dos palabras que se combinan perfectamente en este proyecto. Las ideas de distancia, lo sublime, pánico y naturaleza son una constante. Así la ausencia de distancia entre el actor (representado) y el público hacen que la sensación de pánico sea de gran peso en el proyecto. D. Hume entrelaza estos dos términos: el miedo y el teatro. La distancia física y existencial entre los actores que sufren desaventuras y el espectador que se entretiene con
las penurias, son aquello que hacen que el público no sea preso del pánico. Es la certeza de que el mal no nos alcanza, la que nos permite disfrutar del dolor ajeno representado. Esta distancia que salva al espectador es la que elimino con la instalación principal del proyecto. Enfrento directamente al público con sensaciones de agobio y desconcierto.

“Es cierto que, si aquel mismo objeto que causa dolor, que place en la

tragedia, fuera puesto ante nosotros en la realidad, nos provocaría la

angustia más auténtica.”

(Hume, D.; 2003; pág.: 31)

Al ver el fuego de tan cerca, al sentir el calor sofocante, el viento arañarme la cara, las piñas de los pinos volar ardiendo en el aire, el pánico se apoderó de todo mi cuerpo, dejándonos a todos aquellos que veíamos ese esperpento bello sin aliento. En ese momento confluían varias sensaciones. En mí, culpabilidad. Culpabilidad por aceptar la belleza del fuego, la danza de las llamas, lo impresionante e impactante del espectáculo natural arrasado por ella misma. Una lucha de titanes: la vida y la muerte; el agua y el fuego; el viento y la arena; las cenizas y veinte años de mi vida. C. Bell  dice que la experiencia como emoción estética ante una visión bella es diferente, si la belleza que observamos es natural o una obra de arte. Así pues, ambas pueden ser bellas pero es durante la emoción estética que se alcanza un nivel superior al contemplar una obra de arte. Para él, la única sensación que tienen en común ver una flor o una mariposa y una pintura es “che mi si aprirono gli occhi”  (Warburton, N.; 2003; pág.:7) . Sinceramente, durante esa experiencia límite me conmoví y sentí sensaciones que no he sentido nunca delante de una obra de arte. V. Kandinsky dice: “Los objetos que percibimos por primera vez nos impresionan  inmediatamente..”, además añade que una vez conocida la llama, el fuego “el interés intenso y poderoso desaparece, y la capacidad que tiene la llama para ofrecer un espectáculo lucha contra la total indiferencia frente a ella.” (Kandinsky V.; (2006); De lo espiritual en el arte; pág.: 52)



“Cualquiera sea el modo en que seamos perturbados por el espectáculo,

cualquiera el dominio que los sentidos y la imaginación pudieran

tomar por sobre la razón, todavía se halla latente en el fondo una

cierta idea de falsedad en el todo de lo que vemos.”

Bernard Le Bovier de Fontenelle


Referente a la belleza, sí, considero ese instante bello como una tempestad de W. Turner  o las ruinas vacías de Caspar von Friedrich.  Es esa belleza, mezclada con el olor a resina, los gritos y los chispazos de los árboles, lo que intento representar plásticamente en la pieza principal del proyecto “Ejercicio II” . ¿Por qué la primera fase del duelo es la más impactante? Porque sentí ese momento como algo inalcanzable, sublime si quieres, pero inabarcable, incomprensible y doloroso. Sentí como la vida se desgastaba cada segundo y entendí que nos creemos titanes cuando solo somos pequeñas piezas vulnerables y rompibles. Me apropio de la alusión de Schiller (Kallias;2005 ;pág.:XXXIX)  que acerca e interpreta la naturaleza como “principio interno (en cuanto esencia)” . Esa esencia como natura naturans  en la cual tiene hueco no solo la fuerza de esa esencia (naturaleza interna) que te induce a actuar sin controlar con la razón; como a la idea de la naturaleza haciendo lo que la naturaleza hace : crear y destruir.



Ese poder de destrucción nos abruma. El distanciamiento de la sociedad de hoy en día con la naturaleza hace que ésta nos parezca inquietante y misteriosa. No sabemos cómo sobrevivir en la absoluta incomunicación ya que nos hemos distanciado de lo natural.
“Cualquier cosa que se le ocurra a un humano va a ser mejor que la naturaleza.”
G. W. F. Hegel

Esa distancia de lo primitivo que nos arrastra a un sino misterioso. El desconocimiento y la aceptación de una serie de encadenamientos fatales naturales como algo irremediable me lleva a la idiosincrasia de Andalucía y su sufrimiento. Me imagino a las mujeres tiñendo en un enorme barreño toda su ropa de negro, para enfrentarse a un luto casi eterno tras la muerte de su marido. Veo a esa mujer con ojos negros y densas cejas morenas llorando y cantando al lado de la hoguera entre amigos. El taconeo sobre la madera, el polvo que se levanta de ésta, los clavos en los tacones y los olivos retorciéndose de forma casi invisible por los siglos de los siglos.

 El desconcierto se mezcla con mi vuelta a la escena del crimen en Semana Santa. La Semana Santa, el cante hondo, la saeta, el llanto y el luto como forma de vida. La visión pasional del viento y del fuego como furia y ansia por vivir. De este regreso nacen varios vídeos, que sobre todo forman parte de la segunda fase del duelo, pero que nacen de la primera. Pero antes de pasar a la tristeza, la ira y el dolor,  hacemos una pausa en el desconcierto.


“Angustia. El sujeto amoroso, a merced de tal o cual contingencia,

se siente asaltado por el miedo a un peligro, a una herida, a un


abandono, a una mudanza- sentimiento que expresa con el nombre


de angustia.”


(Barthes, R.; 1982; pág.:37)